A partir de 1940 acepta una cátedra de psicología en la Universidad Estatal de Ohio, donde empieza a desarrollar sus ideas sobre la psicoterapia, en 1945 cambia a la Universidad de Chicago, donde siguió dando clases de psicología y dirigió un centro de asesoramiento. Para 1957 se fue a la universidad de Wisconsin para desempeñar dos puestos el de profesor de Psicología y de psiquiatría.
En 1964 asumió un puesto como miembro residente del Western Behavioral Sciences Institute en la Jolla, California. Allí mismo fue fundador del Centro de Estudios para la Persona, donde trabajo hasta su muerte.
Rogers aplicó sus teorías a una amplia variedad de situaciones. Durante muchos años trabajó en terapia y asesoría individual. También aplico sus conceptos y métodos a la vida familiar, a la educación y al aprendizaje, a los procesos grupales, y en la última etapa de su vida dedicó buena parte de su tiempo a los grupos de encuentro.
Murió en la Jolla, California el 4 de febrero de 1987. Por más de cuatro decadas fue la figura central de la corriente llamada psicología humanista, difundida principalmente en los Estados Unidos y en México.
Planteo nuevos retos en el aprendizaje de la libertad, limitada por las relaciones de poder establecidas en las prácticas terapéuticas y educativas tradicionales. Cree fundamental y radicalmente en la persona y en sus posibilidades. Sus obras más relevantes son:
“Counseling and psicoterapy” (1942).
“Client-centred terapy: its curren practique, implications and theory” (1945).
“On becoming a person” (1961).
“Freedom to learn” (1969).
“Carl Rogers y los grupos de encuentro” (1970).
“Convertirse en compañeros: el matrimonio y sus alternativas” (1972).
“Carl Rogers on personal power” (1977).
“A way of being” (1980).
Las ideas de Rogers en educación
Rogers propone un aprendizaje significativo que tiene lugar cuando el estudiante percibe el tema de estudio como importante para sus propios objetivos. Frente a los tipos de aprendizaje percibidos como amenazadores, el aprendizaje significativo desarrolla la personalidad del alumno, y al abarcar la totalidad de la persona es más perdurable y profundo. La independencia, la creatividad y confianza en si mismo permiten la autocrítica y una actitud de continua apertura al cambio y a la adaptación. La desconfianza en los conocimientos de un mundo estático surge porque se concibe la educación como una capacitación para afrontar lo nuevo, y el aprendizaje se centra propiamente en el proceso de aprender.
En la educación tradicional no es lo mismo lo que se enseña que lo que se aprende, y el , maestro, al centrarse en su papel, no se halla disponible para el alumno, mientras que en la enseñanza centrada en el alumno, el maestro confía plenamente en sus capacidades, le ayuda en su comunicación y facilita su aprendizaje. Esta atención y búsqueda de la persona del otro cambia la relación educativa, al aceptar el profesor el aprendizaje e iniciativas del alumno, por ser él quien mejor sabe lo que le interesa. El facilitador ayuda a esclarecer los propósitos individuales y grupales, y confia en que el estudiante desea alcanzar estas metas significativas, y organiza y pone a disposición de los alumnos una variada gama de recursos, creando un ambiente de comprensión para su propia integración en el grupo.
A partir de aquí, es el alumno quien con la libertad de la acción y tiempo, creciendo en su madurez y responsabilidad, se encamina por las sendas del aprendizaje, tanto individual como en grupo, cuya autogestión, tareas y objetivos son asimismo definidos por los estudiantes.